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De una inmigrante a otro

  • magdafitipaldi
  • 18 ago 2016
  • 3 Min. de lectura

Hay muchas cosas que diferencian a un inmigrante de las demás personas…

como siempre digo, creo que hay dos tipos de personas en el mundo, los que se quedan y los que se van. Y aunque te vayas por un año, quince, o toda la vida, el día que te vas de tu país en busca de nuevos horizontes, ese mismísimo día, la vida te da un giro de 180° y nunca volvés a ser el mismo. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, te guste o no, siempre va a haber una distancia que te separa de aquellos que se quedaron… distancia que se mide en kilómetros, experiencias, emociones, y maneras de ver el mundo. Ni mejor ni peor, simplemente distinta.

Es un poco loco, lo se, pero muchas veces siento que me puedo relacionar mejor con un inmigrante de cualquier parte del mundo que con mi propia familia y amigos en mi propio país.

Porque cuando dos inmigrantes se conocen,

no necesitan hablar para entenderse.

Puede que no sepan tu cumpleaños, ni te tengan en Facebook, ni sepan que estudiaste o de que trabajas, pero saben algo de ti que ni tu mismo podes explicar con palabras, mucho más profundo que lo que ven los demás, algo que se siente y se vive todos los días, y define tu persona.

Entre inmigrantes no hay necesidad de explicaciones, de intentar que los demás comprendan que vivís en un limbo constante, que no sos ni muy de acá ni tan de allá, que tu memoria es un mosaico de shocks culturales, que la imposibilidad de pertenecer es un fantasma que te persigue y que los años fueron creando una carcasa para poder soportar las etiquetas de “la extranjera” por un lado y “la que se fue” por el otro. Una constante crisis de identidad, una personalidad doble, dos personas en una. Eso es ser inmigrante.

Hoy es mi cumpleaños de inmigrante. No es un día que recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja honestamente, pero es un día que nunca, nunca voy a olvidar. Y cuando me pongo a reflexionar no se si sentirme contenta o triste. Por suerte, ya hace tiempo que me acostumbre a los sentimientos encontrados - lección obligatoria para todo inmigrante que no quiere terminar en un loquero – pero hay algo que siento por encima de todo, sin ninguna confusión ni ambigüedad:agradecimiento. Agradecimiento hacia la comunidad inmigrante.

Es gracias a la comunidad de inmigrantes, especialmente los mexicanos y centroamericanos que tengo el honor de conocer y tener como amigos, que hoy puedo aceptar mi realidad, verle el lado positivo a las cosas y enfrentar las dificultades con una sonrisa y mucha garra. Fueron los cocineros del restaurante donde trabajaba, el pequeño grupo de latinos del liceo y sus familias, los vecinos, la empleada, el jardinero, los meseros, los estudiantes de 10,000 Degrees… y tantas personas más…

Seguramente no lo sepan, quizás nunca se los dije, pero ellos fueron mi soporte, los que me sacaron sonrisas cuando me costaba hacerlo, y con sus historias pusieron la mía en perspectiva, resaltando las bendiciones y los aprendizajes – me faltan las palabras para agradecerles.

Hoy me acuerdo de ustedes, los tengo muy presentes, y estén donde estén le pido Dios que los cuide, y les mando un cálido y apretado abrazo!

Puede que nunca pertenezcamos a un país,

pero somos parte de una comunidad

unida por experiencias de vida

que derriban las divisiones creadas por cualquier frontera geográfica.

-mane

 
 
 

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